El hombre olvidado

25 10 2008

Interesante artículo de Xavier Batalla en La Vanguardia.

«Nikita Jruschov no sabía lo que decía cuando anunció a Richard Nixon la derrota del capitalismo. «Os vamos a enterrar», le dijo el líder máximo soviético al republicano durante su visita oficial a Estados Unidos, en 1959. Pero el anuncio de Jruschov resultó ser una fanfarronada. La Unión Soviética creció como una superpotencia nuclear y se hundió como un castillo de naipes, incapaz de producir tanta mantequilla como misiles.

La historia del capitalismo es una crónica de grandes altibajos. El año en que cayó el muro de Berlín, en 1989, el artículo periodístico más celebrado en Estados Unidos se tituló ¿El final de la historia?,aunque la tesis de su autor, Francis Fukuyama, eliminaba el interrogante para afirmar que el triunfo del capitalismo y de la democracia marcaba el final del trayecto humano. Dos decenios después, con la crisis financiera global, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, habla de refundar el capitalismo.

La prehistoria empresarial estadounidense tuvo tres emprendedores emblemáticos en Andrew Carnegie, John D. Rockefeller y John Pierpont Morgan, todos nacidos en los años treinta del siglo XIX, que se hicieron inmensamente ricos, como Krupp en Alemania, Pilkington en Inglaterra y Mitsui en Japón. Fueron los máximos representantes del capitalismo de frontera. El banquero J. P. Morgan, por ejemplo, actuó en realidad como si fuera el Banco central y la Reserva Federal que entonces no existían. Pero esta fase del capitalismo no duró mucho. Y la culpa la tuvo la política o, mejor dicho, la democracia. Con el nuevo siglo, el derecho a votar se amplió y los gobiernos empezaron a limitar (no todos, claro) el poder de quienes manipulaban el mercado.

Todos estos factores cambiaron el capitalismo. Pero hubo otro agente del cambio que nada tuvo que ver con la política: el deseo de los magnates – antes emprendedores- de hacer su riqueza más líquida, cosa que lograron a través de la Bolsa. Y la última de las grandes transformaciones, la diseñada en Bretton Woods, en 1944, entró en crisis el pasado 15 de septiembre pasado, cuando Lehman Brothers, institución fundada en 1850 y cuya historia se confunde con la del capitalismo estadounidense, emitió un comunicado de 24 líneas para anunciar que se declaraba «en bancarrota para proteger sus activos». La Administración Bush decidió entonces intervenir y Wall Street se sumergió a continuación, y no sólo para Barack Obama, en la crisis más profunda desde la gran depresión de 1929.

La crisis presente es global y, como afirmó esta semana el doctor Joan Tugores en una reunión organizada en Barcelona por el Forum Ubuntu, no se reduce a un debate entre mercado e intervencionismo. Una de las claves es la regulación de los movimientos de capitales, asunto que se cerró a medias en Bretton Woods, cuando los estadounidenses se impusieron a la regulación que proponía el inglés

Keynes. Y la crisis financiera presente es deudora también de la política o, mejor dicho, de la geopolítica. Las economías emergentes no están al abrigo del contagio, pero cuando los deudores son las grandes potencias occidentales y los acreedores son las potencias emergentes, China no parece un tigre de papel.

El sistema financiero se ha hundido y afecta a la economía, que, como ha afirmado Alfred Pastor esta semana en Barcelona, también forma parte de la filosofía moral, siempre debatiéndose entre la prudencia y la codicia. ¿En que fase, entonces, entrará ahora el capitalismo? William Graham Sumner inventó la política económica estadounidense del siglo XXal acuñar la expresión el hombre olvidado para describir a quien lo pierde todo por culpa del intervencionismo estatal; es decir, este hombre olvidado sería aquel a quien el Estado no le garantiza la libertad de mercado, la estabilidad monetaria y unos impuestos que no se pasen.

Este hombre ha sido el que ha tenido presente Bush y no parece que sea muy lejano del que cita McCain. El neoliberalismo no sólo se explica por las propuestas de unos ideólogos. El viejo populismo se ha convertido en una fuerza política decisiva. Y sobre la filosofía del new deal,el pacto social auspiciado por Franklin Roosevelt, se han ejercido desde hace tres decenios presiones contrapuestas: por una parte, la coalición de grandes empresas y, por otra, el populismo de las clases medias que sólo ven a los gobiernos como recaudadores de impuestos. Este capitalismo dice que facilita a los desfavorecidos el acceso al capital, pero Roosevelt pensó en otro hombre olvidado. En 1933, el new deal se hizo para proteger al ciudadano del capitalismo, idea que baraja Obama. ¿A qué hombre olvidado, pues, señalan quienes hablan de la refundación del capitalismo?»


Acciones

Information

Deja un comentario